El hilo de la canción propia
Una carta sobre los tiempos de retiro, los cruces de umbrales y las posibilidades de transformación. Por: Mauricio-Ishwara.
“Cuando realmente prestamos atención, detenemos nuestro modo habitual de descargar los patrones y nos abrimos a la realidad que tenemos delante. Mientras la atención de nuestro mecanismo mental esté guiada por los patrones habituales, la fuente de nuestra atención se originará desde el centro de nuestra propia organización”.
Otto Scharmer, Teoría U.1
Querida amiga,
Recibe un saludo cariñoso desde el otro lado del océano, del hemisferio y también del 2025. Esta carta comenzó a tejerse a finales de diciembre, cuando viajé a Portugal para acompañar un retiro de Fin de Año. Mis letras siguieron zurciéndose en un pequeño pueblo de este país, donde tomé un retiro personal de dos semanas. Y esta versión, me encuentra de regreso al lugar que ahora llamo ‘hogar’, en el sur de España.
Sentí en tus letras una autobiografía de tus cambios de piel. Un despliegue de motivaciones y éxitos, pero en especial de territorios que te han moldeado, de resistencia a tus anhelos y de aquellos episodios cuando el dolor te obligó a convertirte en un ser diferente. Resumes con singular belleza tus travesías de identidad: “Todos estos viajes me han regalado tiempo para pensar menos y sentir más. Sentir que puedo ser otras, no sólo la de siempre, la que con elecciones y tanteos intuitivos fui moldeando, sino cualquiera. Como un trozo de arcilla siempre húmedo”. ¡Qué privilegio hacer el espacio para darnos cuenta de las formas que ha tomado esa arcilla! Para celebrar fortunas, admirar corajes y honrar pérdidas.
Desde hace más de una década, busco momentos de recogimiento durante el año, para hacer-sentido de mi andar. Los llamo ‘retiros’ y se han convertido en aliados imprescindibles para mi búsqueda interior y mi dirección de viaje. A veces, destino mediodía o un día. Cuando es posible, tomo una semana. Pero en quince años, he llegado a destinar meses y hasta un año (como te comenté en otra de nuestras cartas).
El tiempo de retiro cobra aún más relevancia en diciembre. Durante estas fechas busco moverme a contrapelo. Como preparación, a comienzos del mes disminuyo las actividades en mi agenda. Busco evitar la sensación de velocidad en los quehaceres, proveniente del mandato de ‘cerrar el año’. Disminuyo los compromisos sociales, una norma que a veces resulta agobiante o detona conflictos. Asumo el compromiso de reducir mis gastos, para evitar la presión del marketing y la obligatoriedad de los regalos. Estas decisiones han requerido serias y cuidadas conversaciones con mis seres amados. Es cierto que en estos años he aceptado alguna invitación a una cena, pero procuro encuentros breves o llamadas puntuales.
Lo anterior, no significa que desconozca el fin de un ciclo o la influencia de la fecha religiosa que conmemora el adviento. Tampoco que denigre del rol de la fraternidad. Al contrario, pretende crear condiciones para atravesar los umbrales con atención, determinación y apertura a la transformación. A veces, he optado por permanecer en mi hogar, otras he marchado a la naturaleza. He estado solo, en pareja o, como este año, he compartido con un grupo de personas. En estos casos, busco propiciar encuentros de profunda comunidad. Durante el retiro en Portugal, hubo tiempo para disfrutar de los alimentos, agradecer, celebrar, cantar e incluso bailar. Sin embargo, las notas sostenidas fueron la autoobservación y el silencio.
Ahora, permíteme usar tu bella frase: “tenso el hilo con más fuerza para unir tus letras a las mías” para abrir la ventana a un momento puntual del retiro. Anhelo con esta postal mostrar una de las formas como el recogimiento propicia una mirada a esa ‘arcilla húmeda’ de la que hablas. Se trató de una experiencia donde una de las facilitadoras nos invitó a usar un hilo y papelitos de tres colores. El objetivo de la actividad fue crear una visión panorámica de nuestro 2024. Ya había transcurrido un día y medio de actividades, inspiradas en la ecopsicología, el yoga, la danza, la meditación y el diálogo profundo.
En un salón nos sentamos en círculo para contemplar nuestro año. Tomamos entonces el hilo e hicimos tres nudos, que simbolizaban periodos de cuatro meses. Primero, identificamos tres o cuatro instantes de dicha o logro. Los escribimos o dibujamos en papelitos rosa, y los ubicamos en la cuerda de forma cronológica. Después, usamos los verdes para recordar momentos desafiantes, que al final revelaron oportunidades. Luego, con naranja, nos centramos en el sufrimiento. Esos instantes cuando nos sentimos vencidos y fuimos forzados a abandonar planes. Observamos en silencio los hilos, sus colores, la complejidad de los acontecimientos. Entonces escogimos una pareja, y con escucha activa compartimos los aspectos más significativos. Al terminar, pusimos todos nuestros hilos al centro, alrededor de una vela. Contemplamos el mandala y los devenires de cada vida, con sus vericuetos y belleza. Finalmente, agradecimos, salimos de la sala, caminamos en la oscuridad, cantamos y alrededor de una hoguera entregamos nuestras travesías al fuego.
Esta facilitación se inspiró en una práctica de Dragon Dreaming, una propuesta de educación transformadora con influencias de los aborígenes australianos. Se cuenta que los pueblos originarios Noongar se juntaban alrededor del fuego y compartían canciones. Sus letras y ritmo describían hitos para la comunidad. A dichas composiciones las denominaban ‘hilos de canción’. La idea de un ‘hilo’ daba cuenta de una continuidad, permitía recordar lo fundamental, sentir pertenencia y experimentar una orientación.
En nuestro caso, este ritual reveló tres circunstancias donde ocurre el cambio:
La primera es aquella guiada por el deseo, la planeación y la ejecución. Se experimenta como creatividad y sentido de agencia.
La segunda ocurre con la confluencia de la resistencia y la habilidad. A veces, los obstáculos demandan actitudes y destrezas que son capaces de despertar el potencial. Se vive como el tiempo de la oportunidad y en la mitología se asocia con el dios griego Kairós.
La tercera está atravesada por el sufrimiento. Cuando la tragedia llega a nuestra vida cambia el rumbo, el foco de lo importante e incluso la identidad. Es un tiempo de disolución que reclama el duelo y la metamorfosis.
Este ejercicio tuvo evocaciones de hito y rito. Requirió respeto, reverencia y disponibilidad. Su diseño estuvo inspirado en otra tradición, pero no pretendió la apropiación cultural. Su intención fue adaptar principios de una práctica ancestral a un nuevo escenario, para despertar modos de conocer anclados en las memorias culturales más antiguas. La fluidez con la que la mayoría de las personas entró en el ‘juego serio’, testimonió no sólo su compromiso, sino la familiaridad de la psiquis con otras formas de comprender.
Desde hace milenios, los humanos hemos prestado atención a los cruces de umbrales, como oportunidades para apreciar, celebrar y encarnar los ciclos. Seres solitarios o comunidades han llevado a cabo ritos para dar cuenta de las estaciones, las diferentes etapas de madurez humana, el recuerdo de los ancestros o la remembranza de hechos significativos. Estas prácticas han permitido el acceso a un tiempo distinto al cronológico. Una temporalidad que exige mover la atención de las rutinas de trabajo y mantenimiento, para dirigirla hacia procesos internos y colectivos.
El filósofo Byung-Chul Han, en su libro La desaparición de los rituales, se refiere así a la importancia de estas experiencias de transición :
“Quien traspasa un umbral ha concluido una fase vital y entra en otra nueva. Los umbrales en cuanto transiciones ritman, articulan e incluso narran el espacio y el tiempo. Posibilitan una profunda experiencia del orden”.2
En este punto, escucho las resistencias que pueden surgir en tu mente y en la de los futuros lectores: “Este es un privilegio sólo disponible para quienes tienen recursos; los retiros son poco productivos; si me detengo en mi trabajo o no accedo a entretenimiento me voy a aburrir, o quizás van a aparecer aspectos que no quiero ver”. Estas y otras razones son poderosas, y créeme, también han habitado mi mente. Como respuesta al privilegio, el recogimiento y la ritualización de la vida son prácticas milenarias, presentes en múltiples culturas y no requieren de lujos. No es necesario moverse a costosos parajes. Pero sí implican enfatizar la actividad que ocurre adentro. Con respecto a su beneficio, este no puede medirse en términos de productividad, sino a lo sumo por su profundidad y amplitud.
En relación al aburrimiento, los retiros y el rito tienen una cualidad paradójica. Por una parte, investigadoras como la neurocientífica Alicia Walf3 afirman que aburrirse favorece la salud del cerebro al reducir los niveles de dopamina, promueve nuevas maneras de pensar y actuar, y contribuye a identificar modelos mentales. Por otra parte, el citado Byung-Chul Han sugiere la aparición de una condición de juego en estas experiencias:
“La vida recobra su dimensión lúdica cuando, en lugar de someterse a un objetivo externo, pasa a referirse a sí misma. Hay que recobrar el reposo contemplativo. Si se priva por completo a la vida del elemento contemplativo uno se ahoga en su propio hacer”.
En consecuencia, si en el retiro hay aburrimiento guiará hacia la creatividad. Aunque lo contemplativo y ritual incluye el juego y la aventura.
Como última reflexión acerca de las resistencias, es cierto que el recogimiento puede conectarnos con situaciones dolorosas o partes de nosotros que no queremos ver. No obstante, si la preparación, el contexto y el acompañamiento son cuidadosos, el surgimiento de estos aspectos puede metabolizarse durante la experiencia. En caso de que surjan emociones o pensamientos residuales, es necesario complementar con un trabajo terapéutico posterior para acompañar la integración.
Las verdades más dolorosas y sanadoras de mi vida han aparecido durante los retiros. Al comienzo, quizá rechacé verlas. Pero con el tiempo aprendí que los caminos de madurez y amplitud de la consciencia pasaban más por ver, permitir la vulnerabilidad, integrar y trascender, que por negar, adormecer, excluir o reprimir. Sin embargo, este debe ser un proceso orgánico y amoroso donde la crisis de lugar a la regeneración, para evitar profundizar las heridas o traumas. Aquí es cuando el autocuidado, la comunidad y la orientación experimentada harán la diferencia.
A lo largo de mis años de practicante y acompañante de retiros he podido observar la existencia de seis fases: 1. transición, 2. descanso, 3. indagación, 4. confrontación, 5. revelación y 6. pacto. Estos ‘tonos’ no siempre ocurren de forma sucesiva ni con la misma intensidad. A veces se entrelazan y en ocasiones se enfatizan, dependiendo del momento vital. Este es sólo un mapa para que cada quien explore su propia travesía.
Transición: Independiente de la duración del retiro, existe una fase de tránsito entre la rutina y el nuevo tiempo. Aparece la tentación de continuar con la inercia o incluso apelar a la distracción. Es fundamental darse cuenta de la velocidad y los movimientos internos, aceptarlos y permitirles decantar.
Descanso: Este es el espacio para dejar ir y reposar. Se sugieren actividades reparadoras como: una taza de té, contemplar la naturaleza, una lectura inspiradora, actividad física moderada o un tiempo de relajación. Esta etapa puede llevarnos a la pereza; por ello, es necesario darle la duración justa y avanzar hacia la siguiente fase.
Indagación: Incluye momentos de remembranza y autoobservación de nuestras reacciones, emociones y pensamientos. Esta exploración se puede llevar a cabo a través de la meditación, el arte o la escritura. Por lo regular, práctica traerá a la superficie resistencias o dolores.
Confrontación: En circunstancias normales, huiríamos o negaríamos dichas incomodidades. No obstante, estas apariciones pueden ser el regalo del retiro. Nos permiten ver puntos ciegos, tendencias de autodecepción y áreas donde podemos evolucionar. Este instante requiere coraje y autocuidado. Puede ayudar el movimiento (por ejemplo, la danza) o el vínculo con la naturaleza. Será el tiempo de sostenernos e incluso de “dividir el alma con lágrimas”, una bella expresión del monje del siglo IV Evagrius Ponticus.
Revelación: Este punto de inflexión permite la emergencia del potencial. Es en este instante donde conviene explorar la pregunta: ¿Qué vi que no había visto antes? o ¿Cómo esta verdad me ayuda cultivar más verdad, bondad y belleza?
Pacto: Llega el paso previo a la partida. Cuando hacemos los propósitos o planeamos las ‘microintervenciones’ para integrar aquello que vimos en nuestro cotidiano.
Incluir tiempos de retiro en medio de nuestra rutina recupera el antiguo ritmo de la vida contemplativa. Antiguamente, este era el ámbito donde residía la sabiduría, mientras que la vida activa estaba dedicada al mantenimiento y el comercio. En Roma, se acuñó la distinción entre otium (ocio) y negotium (negocio). Pero remplazamos esa noción de ocio por la del entretenimiento. Y en la economía de la atención, la distracción puede generar incluso más agitación y compulsión que el ámbito laboral.
Hoy los tiempos de recogimiento y los rituales pueden ser ayudas fundamentales para recobrar la claridad en la confusión, el silencio en el ruido y la flexibilidad cognitiva en la rigidez de posturas. Sin hablar de su importancia para sanar nuestra herida de separación con la naturaleza. Tomando las poderosas palabras que citaste de la abogada de la comunidad Inga, Sonia Mutumbajoy, estas experiencias nos permiten vivir: “Otras maneras de sentir y estar en el mundo, o mejor dicho, en muchos mundos: lo visible y lo invisible”.
Me despido desde un umbral entre el retiro y la vida activa. Hay borrascas y un mar agitado. Tengo vivos en mí los pactos de profundizar la gratitud y dedicar más atención a las acciones donde pueda expresar cuidado y belleza.
Mis mejores deseos para ti y tu familia. Que este año sigamos encontrando momentos para contemplar nuestros hilos de canción.
Mi abrazo,
Ish4
Scharmer, O. Teoría U: Liderar desde el futuro a medida que emerge. Tecnología social de la Presenciación. Editorial Eleftheria: Barcelona. 2017.
Han, Byung-Chul. La Desaparición de los rituales. Una topología del presente. Herder: Barcelona. 2020.
Walf, A. “Let Your Brain Rest: Boredom Can Be Good For Your Health”. Neurosciencenews. Rensselaer Polytechnic Institute. August 30. 2020.
Mauricio-Ishwara (Ish): Aprendiz serial, peregrino, meditador, escribidor y facilitador de procesos de cambio personal y colectivo. Nació en Colombia, vivió nueve años en Argentina y está radicado en España. Ha trabajado como editor, profesor universitario, asesor estratégico de organizaciones, activador creativo y columnista. Es creador de Ish Peregrino, y co-creador de la empresa De Umbrales y el proyecto Orilla Futuro. Instagram: @ishwara_peregrino.
🪡hilos de colores que llegan justo en luna nueva