Cuando mudamos de piel
Una carta sobre nuestras inflexiones, aquello que soltamos, nos sostiene y descubrimos en el movimiento. Por: Nathalia Salamanca.
Querido Ish,
He estado atascada en esta carta por un tiempo. He tenido pequeños destellos, momentos de claridad sobre lo que quiero escribir, y por eso estas letras son como una colcha de retazos que hoy ensamblo.
Tu carta “El hilo de la canción propia” llegó en un momento significativo para mí, justo cuando intentaba –con motivo de una década clave en mi historia– encontrar sentido a las rutas de mi vida. Al leerla, tus palabras se cruzaron con un mapa mental en el que había estado trabajando (fan de la visualización de datos por siempre 🤟🏾). En ese ejercicio, el del mapa, miraba hacia atrás, tratando de darle forma a esta vida que tengo. Y, en ese vaivén de recordar, especular y, seguramente, ficcionar, hubo algo que me retó: los quiebres en esas líneas de vida.
Porque, bueno, contrario a lo que compartiste en tu carta, donde en ese ejercicio colectivo en Portugal hablaban de tres momentos dentro de un año, yo intentaba hacer lo mismo, pero multiplicando ese año por 43.
Así, aparecieron ciertos nudos, momentos determinantes que provocaron cambios de rumbo. Cuando los grafiqué, opté por darles la forma de una serpiente. La elegí porque sentí que esos giros-vueltas-turbulencias venían acompañados de renovaciones: como si me sacudiera lo viejo para exponerme a lo nuevo y seguir el camino en carne viva. Renovaciones que, con ojo de buen cubero, detectaste en tu carta anterior y llamaste 'la autobiografía de mis cambios de piel'.

Por un tiempo, me incomodó que esos momentos de quiebre parecieran girar en torno a decisiones académicas o laborales: dónde estudiar, qué hacer. Me esforcé en escarbar entre mis recuerdos, buscando otras variables: mis gustos, lo que me tranquiliza, los afectos, lo que me conmueve, lo que me ha cansado. Pensé en las vidas que creo posibles hoy y no en las que tengo que esperar para cuando me jubile (por ese discursito que nos han vendido de postergar el ahora porque ya valdrá la pena el luego).
Con tozudez, volví a desafiar esos puntos de quiebre. Y, con la ayuda de Rita McGrath, profesora de Negocios en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos – a quien ‘me crucé’ en el podcast Hidden Brain (Cerebro oculto) en su episodio When to Pivot (Cuándo cambiar el rumbo)–, pude empezar a verlos como inflexiones.
Rita decía:
“Creo que gran parte del viaje humano (…) es una combinación de serendipia y casualidades (…) Los puntos de inflexión realmente ocurren en momentos clave, como cuando te vas a la universidad y conoces a un grupo completamente nuevo de personas, o cuando tu familia se muda y te encuentras en un entorno social diferente, o cuando pierdes un trabajo y resulta que tal vez no fue algo tan malo (…) Es importante ver estas cosas como lo que llamo opciones: una opción es una inversión relativamente pequeña que haces hoy y que te da el derecho, pero no la obligación, de hacer una inversión mayor en el futuro”.1

El término inflexiones se asomó en mi mente como alguien haciendo lagartijas (push-ups), repitiendo el movimiento arriba y abajo, una y otra vez, para fortalecer el cuerpo y la resistencia.
Y entonces, el trece de marzo, con papel en mano, intenté ‘hacer’ las mías, mis lagartijas a manera de inventario de inflexiones.
E inicié el conteo:2
Uno
Lo que deciden por ti.
De aquí para allá.
Moving. Landing. Staying.
And again.
Dos
Lo que empieza a llamar la atención.
Escribir, leer, patinar, caminar.
Subir montañas en compañía.
Tensar hilos y amistades en lugares ineludibles.
Tres
Olfatear la independencia.
Arriesgarse, equivocarse, fastidiarse, arriesgarse de nuevo.
Rinse and repeat.
Empacar maletas, con ayuda la primera vez.
Primer abrazo apretado en un aeropuerto.
Fuímonos o ‘on y va’.
Cuatro
Tantear la conjugación en plural.
Platos, salones de clase, bicicletas.
Olor a mar, a sal, a ostras.
Buses, trenes, idiomas que aprendo, otros que ignoro.
Cinco
Retomar el camino trazado.
Terminar lo que se empezó.
Asomarse a mundos que existen por las decisiones tomadas y las personas que se cruzaron en el camino.
Tomar una liana, asirse a la otra.
En un momento, con miedo pero con apoyo, animarse a soltar.
Caer sin golpearse.
Intuir nuevas rutas.
Seis
Asirse de nuevo.
Viajar, cerca ahora.
Una, dos, tres, incontables veces.
Reconocerme en un país mas que en una ciudad.
Encontrar nuevos sentidos: confundirme, fastidiarme, creer QUE en el oficio, en el quehacer, está la clave.
Fundirme.
Siete
Independencia.
Primero chica, cercana. Con olor a nueva vida, otras relaciones, familia que se extiende.
Luego grande, apartamento vacío, abrazos apretados en el aeropuerto.
Get ready to jump, Madonna style.
Ocho
Lagrimeo al cruzar de día, por primera vez, North Bridge.
Faces, languages, smells.
Frío, verde, caminos.
Lluvia.
Cambio de revoluciones.
Not looking back.
Not going back.
Nueve
Making sense.
Sufrir y disfrutar el camino.
Ser otra. Ser otras.
En singular primero.
En un plural tímido, luego.
Sin prisa pero sin pausa, después.
Escribo. Bailo. Cafeteo. Camino. Subo y bajo Arthur cada vez que puedo.
Se abre el mundo. Me aferro al olor a sal.
Termino lo que empecé.
Fecha de caducidad.
Diez
De vuelta a hablar español.
Parada técnica prolongada por la pandemia.
Habitar lugares comunes de nuevas maneras.
Seguir siendo otra aún cuando se esperaba que regresara una distinta.
Querer estar y no querer.
Saborear y sufrir el oficio.
Jugarme el pellejo y verlo nacer en un libro.
Once
Fronteras abiertas. Rendijitas.
Paso un pie, una pierna, hago algo de fuerza y atraviesan mis caderas. Ya, adentro.
Agua, volcanes. Lluvias, lagos. Araucarias, castañas, manzanas, cerezas, ciruelas.
Luego, la rendija se abre más. Llegan -traigo- mis maletas.
Se instalan más cerca de la cordillera.
Y olfateo. Y me entrego a los vaivenes.
Y me pregunto de nuevo quién soy ahora. Qué otras viajan conmigo, quiénes se instalan en el living, la cocina, la terraza. Qué otras trotan por la costanera, el bandejón, la ciclo vía.
Doce
Escribo.
Escribo esta carta.

Mis doce inflexiones y escribirte esta carta hoy, en lo que en Chile se siente como el verdadero inicio del año, después de un febrero bonus track, me permite apreciar los giros y volteretas de la vida, de la mía. Me permite nombrar a cada una de las serpientes que ilustré en el mapa mental del que te hablaba al inicio.
Esta colcha es, de algún modo, un saludo al 2025, con todas sus letras, y un homenaje a todas mis versiones: la niña que escribía novelas a máquina; la adolescente desubicada que se refugiaba en los libros; la joven que, con miedo e incertidumbre, se atrevió a empacar la primera de muchas maletas; la mujer que fui, de cuerpo entero, en mi tiempo en Colombia, y la que, en su momento, decidió hacer de ese país un lugar en el mapa lleno de afectos, pero no un destino. Y, bueno, quien estoy siendo ahora.
Con mi primera carta del año (¡nuestra número diecisiete!), honro a la Nathalia que sufrió y disfrutó su primer libro. Y a la que no se rinde ante la escritura de “el segundo”.
Y así, haciendo eco a tus palabras, me permito este momento ritual de revisitar mis hilos de vida y mis inflexiones, como una manera de iniciar mi año en el sur de nuestro sur.
¡Un brindis por nuestros puntos de inflexión!
Te abrazo,
Nathalia.3
“I think so much of the human journey (…) is serendipity and chants (…) the inflection points really come when, you know, big moments like you go off to school, and there's a whole new group of people that you meet, or your family moves, and there's another social setting that you're in, or you lose a job and it turns out maybe that wasn't such a bad thing (…) You want to think about these things as what I'll call options. An option is a relatively small investment you're making today that buys you the right, but not the obligation, to make a bigger investment in the future.” “When To Pivot“, Hidden Brain podcast.
Algunas de las cartas que he publicado en “Nos Une el Medio” exploran, desde otros ángulos, algunos de los momentos que menciono en esta “rutina de ejercicios”, a manera de flexiones/inflexiones. Dejo por aquí algunas conexiones: “[Be]longing“ (oct, 2023), "La música la hacemos juntos" (dic, 2023), “Honrar los encuentros” (ago, 2024).
Nathalia Salamanca Sarmiento. Escucho, leo, escribo, edito, así, una y otra, y otra vez. Colombiana, con siete años acumulados en Escocia (en donde escribí mi primer libro) y ahora viviendo en Chile. De formación periodista, como investigadora he trabajado en medios de comunicación, organizaciones sociales, organismos internacionales, centros de pensamiento y espacios académicos en Colombia, Chile, Reino Unido y Alemania. En Instagram @nthl137 y en Twitter @nthl_s